Tel.: 983 717 063 / 606 018 345
Amplio recibidor decorado con ladrillo antiguo y arco de media punta.
Baño comunitario en planta baja.
En la subida a la escalera hay otro arco de medio punto.
La escalera amplia, abierta, toda ella de madera.
En el pasillo superior tenemos una zona de lectura de gran amplitud.
En el patio tenemos barbacoa, fuente, plantas y mobiliario de jardín.
La batalla de Villalar
Ya desde principios de abril de 1521, el bando realista estaba desplegando un enorme ejército en los alrededores de Tordesillas, con 3.000 infantes, 600 lanzas, 2 cañones, 2 culebrinas y 5 piezas ligeras de artillería.
Dicho ejército se dedicó a ocupar posiciones en localidades como Becerril de Campos, cercana a Palencia, y Peñaflor de Hornija, uniéndose a tropas del Almirante y de los señores de Tordesillas... (+)
Padilla decidió finalmente partir hacia Toro en la madrugada del 22 al 23 de abril, tras haber perdido bastante tiempo, lo que permitió a los realistas aglutinar a todas sus tropas.
Nada más partir hacia Toro, las tropas realistas del Almirante y el Condestable presentes en Peñaflor salieron tras la pista de Padilla, alcanzándolo finalmente en la localidad de Villalar.
En medio de una intensa lluvia, Padilla intentó primero atrincherar a sus prácticamente 6.000 hombres en Vega de Valdetronco, pero no consiguió desplegar a sus tropas y se vio obligado a prestar batalla en Villalar, donde la caballería realista, compuesta por unas 500 o 600 lanzas, aplastó al ejército rebelde, que no tuvo tiempo de desplegarse.
La batalla se saldó con prácticamente mil bajas por parte de los comuneros y el apresamiento de sus líderes principales: Juan de Padilla, Juan Bravo y Francisco Maldonado.
Estos fueron decapitados en la mañana del 24 de abril en un cadalso situado en la Plaza Mayor de Villalar, estando presente la mayor parte de la nobleza afín al rey, que asestaba así un golpe prácticamente definitivo a la rebelión.
Mientras tanto, el resto del ejército comunero que consiguió escapar, trató de continuar hasta Toro, pero terminó por fragmentarse, fruto de la persecución que estaba ejerciendo el Condestable de Castilla sobre él.
Tras la batalla de Villalar, las ciudades de Castilla la Vieja no tardaron en sucumbir al potencial de las tropas del rey, volviendo todas las ciudades del norte a prestar lealtad al rey a primeros de mayo. Únicamente Madrid y Toledo, especialmente esta última, mantuvieron vivas sus comunidades durante un tiempo mayor.
La resistencia de Toledo María Pacheco recibiendo la noticia de la muerte de su marido en Villalar; óleo del siglo XIX de Vicente Borrás. Las primeras noticias de Villalar llegaron a Toledo el 26 de abril, siendo ignoradas por parte de la Comunidad local.
La certeza de la derrota se hizo evidente a los pocos días, cuando comenzaron a llegar los primeros supervivientes a la ciudad, que confirmaron el hecho y dieron testimonio del ajusticiamiento de los tres líderes rebeldes. Fue entonces cuando Toledo se declaró en duelo por la muerte de Juan de Padilla.
Tras la muerte de Padilla, Acuña perdió popularidad entre los toledanos, en favor de María Pacheco, viuda de Padilla. Comenzaban a surgir voces que solicitaban la negociación con los realistas, buscando el evitar el sufrimiento de la ciudad, más aún tras la rendición de Madrid el 7 de mayo.